Anticuaria y decoradora de
interiores durante más de medio siglo, creó el legendario estilo Castaign, marcado por una mezcla mágica de estilos y colores que transgredió los códigos de la época. Desde su reino, la galería de antigüedades, en la esquina de las calles
Bonaparte y Jacob -hoy salón de té de La Durée-, influyó a generaciones de coleccionistas y diseñadores de todo el mundo y creó el mito.
Madeleine Magistry (1894-1992) contrajo
matrimonio a los 15 años con Marcellin Castaign, un reputado crítico de arte, veinte
años mayor que ella y de quién aprendió su gran pasión artística y literaria. A los 26, coincidiendo con los felices veinte, Madeleine debutó como actriz de cine mudo aunque pronto descubrió que su verdadera vocación estaba en
la decoración y abandonó la que parecía ser una prometedora carrera
cinematográfica.
El matrimonio Castaign frecuentaba a muchos artistas de la época, entre ellos Modigliani o Chaïm Soutine de quien se convirtieron en mecenas y principales compradores. Madeleine siempre sintió una especial debilidad por él y acabó atesorando la mayor colección privada del
artista, con más de 40 obras, entre las que destaca su propio retrato, actualmente visible en el Metropolitan Museum of Art de NY.
Soutine apodaba a su mecenas “la petite madeleine des décorateurs” refiriéndose a la simbólica madalena de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, novela de cabecera de la decoradora, cuyos 7 tomos leyó y releyó constantemente y de principio a fin, a lo largo de décadas.
Durante su vida, Madeleine Castaigne entabló
amistad con muchos otros artistas, especialmente con los más bohemios, los que tenían fama de
imposibles y peor reputación. Músicos y compositores, como el pianista Erik
Satie, escritores y novelistas como Henry Miller, cineastas como Jean Cocteau -a quién decoró su casa- y
pintores como Derain, Chagall o
Picasso.
En plena guerra, inauguró su galería de antigüedades, célebre durante más de medio siglo por su impactante fachada negra y espectaculares escaparates.La que ya entonces era conocida como la diva de la decoración cogió fama de
atender solo aquellos que le caían simpáticos y con quienes podía pasar horas
charlando – el dinero no era una de sus preocupaciones, claro está! -.
El estilo Castaign reinterpretó la estética neoclásica con la voluntad de revolucionar los códigos habituales y huir del omnipresente estilo Luis XV y XVI, apostando por una mezcolanza de géneros, mágica y llena de misterio.
En las intervenciones de Castaign son frecuentes los asientos en forma de media luna del Segundo Imperio pero también sillas de bambú. Curvas del austríaco Biedermeier, óvalos y palmetas tomadas del Directorio y frontones triangulares al estilo del palacio de Pávlovsk. Otomanes y chintz ingleses – que ella puso de moda-, alfombras con estampado leopardo y rayas tipo bayadera adaptadas al gusto de la época.
Colores francos y brillantes, especialmente verdes, azules , rosas y negro. Para su mansión de Lèves, la decoradora
creó el color “bleu castaign”. Un azul claro e intenso a la vez, que contrasta
tan bien con el blanco roto como el negro. Repartió el color por toda la casa,
principalmente sobre las telas y papeles pintados que ella misma produjo.
Su lema : hacer poesía con el mobiliario. "Hago casas como otros hacen poemas o pintan cuadros" dijo Madeleine Castaign.
Madeleine Castaign, París, 1981. Fotografía de François-Marie Banier.
Todas las imágenes proceden de Pinterest.