La casa de Abigail Ahern está repleta de composiciones, pequeñas escenografías que con su característico telón de fondo negro parecen modernos lienzos del Barroco. Piezas de autor, retratos clásicos, objetos de mercadillo, antigüedades inglesas del XIX, plástico y estampados setenteros, lámparas de múltiples formas y colores .... Al acceder a esta casa uno queda fascinado por todo lo que ve y no sabe donde tiene que dirigir primero su atención. Y con todos estos elementos, algunos al borde del kitsch, va creando capas hasta armar un compacto y delicioso milhojas. El estilismo trata básicamente de crear capas, resume.
Una lámpara de aspecto tribal, un sillón de cuero con los laterales retapizados, una pantalla con estampado pop que asoma por detrás, dos retratos antagónicos colgados en el ángulo de la pared. Sobre la repisa de la chimenea una de sus lámparas en forma de pelicano. Una mezcla de objetos con carácter que van encontrando su lugar perfecto en la casa.
Tres breves bodegones estratificados. Fantástica lámpara brutalista sobre consola clásica lacada en rojo. Al fondo, consola en forma de avestruz de Ibride. Texturas, color, luz, contraste, escala; todos los elementos necesarios para crear capas.
Insiste: un espejo siempre debe reflejar algo interesante.
Los libros son un buen elemento para crear lo que los americanos llaman tablescapes, o lo que es lo mismo, paisajes o bodegones sobre una superficie plana como una mesa o una consola.
Mesa de oficio con sobre de zinc del garden centre Petersham Nurseries, en un rincón del salón principal. Fotografía apoyada en la mesa, cuadro colgado en la pared, libros, flexo y lámpara con pie de terracota, otro ejemplo de estratificación o layering.
En el dormitorio, una consola de Ikea es el soporte de otro elaborado tablescape.
En el dormitorio, una consola de Ikea es el soporte de otro elaborado tablescape.
El estudio presidido por una mesa victoriana lacada en azul turquesa, un duende luminoso del mercadillo de viejo Camden Passage, un flexo Jieldé y lámpara Cobra de Elio Martinelli, 1968.
Muchas lámparas -lámparas por todas partes!-, muchas texturas, muchas capas de luz y sombra y mucho feeling. La luz es, después del color, el gran elemento transformador de un espacio.