Alvar
Aalto diseñó Villa Mairea (1938-1940) para sus amigos los Gullichsen, un matrimonio adinerado y muy vinculado al modernismo de los años 30 que animó a
Aalto a crear algo nuevo y extravagante, una casa experimental, en Noormakku
(Finlandia).
Paradigma
de arquitectura orgánica, rompe con la rigidez de formas del racionalismo e
incorpora trazos más suaves que se fusionan con el paisaje. El concepto
de Villa Mairea es integrar el exterior a la vivienda, convirtiendo el
interior en una abstracción del bosque finlandés que rodea la casa.
Aalto emplea la simbología del bosque, estableciendo analogías con los árboles mediante soluciones como el uso de columnas de madera (a veces con función estructural otras como filtro visual, generando un interesante juego perceptivo con el exterior), columnas de acero negro envueltas en ratán y revestimientos con tiras de abedul. Los principales materiales utilizados: hormigón armado, distintos tipos de madera, cristal, acero, piedra, pizarra, cuerda, cerámica y ladrillo son muestra de la construcción tradicional y popular finlandesa.
La casa esconde las técnicas del collage aprendidas de Braque y Picasso y se convierte en una composición pictórica formada por varios elementos que evocan recuerdos de granjas finlandesas, iglesias medievales, arquitectura funcionalista, Hollywood y arquitectura japonesa. Aunque Aalto nunca estuvo en Japón, mientras diseñaba los planos de Villa Mairea –existen más de 400 bocetos de la casa- solía vestir un kimono, regalo del embajador de Japón.