El resultado: una superficie perfectamente organizada, con todos los objetos a la vista y que permitía trabajar de forma más productiva y eficaz. El conserje Kromelow decidió bautizar este proceso con el nombre de knolling, inspirándose en la marca del fabricante de muebles - Knoll - para el que estaban trabajando en aquel momento.
El knolling dejó de ser un proceso organizativo exclusivamente utilitario, cuando el artista Tom Sachs se apropió del concepto y lo integró a su obra con finalidad estética.
Sachs expusó su "manifiesto" ABK: Always Be Knolling modificando una escena de la película Glengarry Glen Ross. En su "Manual Studio:Ten Bullets", enunció el procedimiento a seguir para knollear con propiedad.
La fotografía del knolling genera
piezas de belleza precisa, imágenes de objetos cotidianos que se convierten en
una fantástica autopsia de la cotidianidad, aunque los puristas del concepto
opinan que solo debería emplearse con objetos útiles.
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