La Ricarda, también
conocida como Casa Gomis o La Casa de Vidre, es una de las joyas de la arquitectura racionalista de
Catalunya. Diseñada entre 1949 y 1963 a partir del encargo que sus propietarios, el ingeniero Ricard Gomis y su esposa Inés Bertrand, hicieron al arquitecto
catalán Antoni Bonet Castellana (1913-1989).
Antoni Bonet emigró a Argentina en los años 30, tras haber pasado un tiempo en París junto a Le Corbusier. Allí fundó con Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan el Grupo
Austral, artífice de la icónica silla BFK. Desde allí también, dirigió
la obra de La Ricarda mediante correspondencia con el cliente.
Pensada como casa de verano, La Ricarda se ubicó en la localidad de El Prat, en pleno delta del río Llobregat, junto al mar y entre una gran extensión de pinares. Aunque inicialmente se planteó como una casa de dos plantas con vistas a la costa, finalmente se construyó sobre una sola planta mimetizando la casa con el paisaje.
Pensada como casa de verano, La Ricarda se ubicó en la localidad de El Prat, en pleno delta del río Llobregat, junto al mar y entre una gran extensión de pinares. Aunque inicialmente se planteó como una casa de dos plantas con vistas a la costa, finalmente se construyó sobre una sola planta mimetizando la casa con el paisaje.
Uno de los aspectos
más interesantes de la casa es precisamente la relación interior-exterior; estar dentro con la sensación de estar fuera. Los límites de la
vivienda se desdibujan a través de la continuidad establecida por los
paramentos verticales de la vivienda: muros de vidrio transparente, celosías semi-transparentes de cerámica y muros opacos de gres vitrificado
que reflejan el paisaje colindante.
La planta está compuesta por módulos cuadrados de 8,80m que dejan que la
naturaleza se introduzca hasta el entorno más inmediato de la vivienda. A su vez, la subdivisión del módulo de 8,80 m. da lugar a
submódulos que definen el despiece del pavimento, las celosías, las baldosas, las carpinterías y hasta el mobiliario.
Bonet diseñó expresamente para La Ricarda todos los muebles de la casa: mesas, sofás, sillas, la chimenea, los pomos de las puertas, la carpintería metálica,
la celosía ... todo.
Antes de llegar a la zona de dormitorios, aparece un vestíbulo con un patio a modo de impluvium –estanque rectangular que en las antiguas casas griegas y romanas servía para recoger el agua de lluvia-, creando una lámina de agua que refleja la luz hacia el interior del espacio.
Originalmente el dormitorio principal se proyectó como un pabellón independiente, aunque el cliente se resistió y finalmente quedo unido a la casa mediante una pasarela totalmente acristalada.
Desde su
inauguración, La Ricarda se convirtió en espacio de encuentro de la vanguardia
cultural, acogiendo parte de las actividades organizadas por el Club 49, una
agrupación formada por intelectuales que intentaba reactivar el panorama artístico
del país en plena dictadura.
En 1997 la familia
Gomis decidió encargar la restauración de La Ricarda a los arquitectos Fernando
Alvarez Prozorovh y Jordi Roig. En la actualidad, sirve como escenario de eventos de diversa índole y se puede visitar a través de
Marita Gomis, hija de los propietarios que tuvo el privilegio de vivir y crecer en tan singular espacio.