En la reforma de esta vivienda, el
arquitecto Sergi Pons, ha eliminado todas las paredes divisorias, abriendo el
espacio y revelando las características originales del apartamento al dejar
expuesta la bóveda catalana y los muros de piedra arenisca de Montjuic. En el centro del plano, se ha añadido un cubo que contiene el baño y sirve por uno de sus lados como superficie vertical para los elementos de la cocina.
Se trata de un cubo puro, blanco y geométrico cuyas paredes no llegan al techo para dar continuidad espacial y visual y generar sensación de conjunto. El cubo divide los espacios sin crear habitaciones formales, dejando el dormitorio en la parte trasera del salón y dándole privacidad.
La puerta frontal se abre a un
salón en forma de L, con sofá y estanterías de almacenaje que quedan escondidas
a la vista. Una barra actúa como mesa de comedor.
En la pared de la cocina se inserta una franja de espejo entre la encimera y los armarios creando un trampantojo que da continuidad y profundidad al espacio. El mismo efecto se produce por la cara del cubo que pertenece al cuarto de baño.
En la pared de la cocina se inserta una franja de espejo entre la encimera y los armarios creando un trampantojo que da continuidad y profundidad al espacio. El mismo efecto se produce por la cara del cubo que pertenece al cuarto de baño.
Las bóvedas de ladrillo entre las
vigas de madera abarcan toda la longitud del techo que pasa de forma
ininterrumpida por encima del cubo. Los escalones de madera para acceder al
baño, intensifican el cubo que se encuentra en una plataforma elevada
consiguiendo una altura más íntima de techo.
Un gran ventanal a pie de bañera
deja pasar la luz desde el dormitorio, donde el muro de piedra se ha suavizado
y pintado de blanco detrás de la cama.